Bibliografía:
Heitkemper M. Problemas de hígado, vías biliares y
páncreas. En: O'Brien P, Giddens J, Bucher L. Enfermería Medicoquirúrgica. Valoración y
cuidados de problemas clínicos. Vol II. 6ª ed. Madrid: Elsevier; 2004. p.
1133-1179.
Resumen:
Hemorroides. La intervención enfermera en este tipo
de problemas consiste en la enseñanza para prevenir el estreñimiento, evitar
estar mucho tiempo de pie o sentado, el uso adecuado de los medicamentos
disponibles para los síntomas hemorroidales y la necesidad de procurarse
asistencia médica para los síntomas graves. Dos o tres baños de asiento de 15 a
20 minutos cada día, durante 7 o 10 días, pueden ser muy útiles para reducir el
malestar y la inflamación.
Tras una hemorroidectomía es frecuente el dolor provocado
por el espasmo del esfínter. Al principio se utilizarán anestésicos, pasando al
uso de productos tópicos con nitroglicerina. Así mismo se puede introducir una
compresa en el recto para absorber el drenaje, retirándose al primer o segundo
día tras la intervención. Durante los primeros días tras la intervención se
recetan ablandantes de las heces (como el docusato).
Se enseña a los pacientes la importancia de la dieta, los cuidados
de la zona anal, los síntomas y ñas complicaciones y evitar el estreñimiento y
los esfuerzos.
Fisura anal. Se debe regular el ritmo intestinal con
aceite mineral y ablandadores de heces. También se recetan baños de asiento y
supositorios anestésicos. La aplicación de nitroglicerina tópica antes e
inmediatamente después de la defecación puede reducir el dolor. Más
recientemente se han usado inyecciones de toxina botulínica, que provoca una
parálisis reversible del esfínter anal interno, para estimular la cicatrización
de las fisuras.
Los cuidados enfermeros postquirúrgicos tras la
esfinterectomía son los mismos que tras la hemorroidectomía.
Absceso anorrectal. La terapia quirúrgica consiste en
el drenaje de los abscesos. Se impregna un vendaje en vaselina (que se cambia a
diario) y se permite que la zona cicatrice por granulación. Se administra una
dieta baja en residuos, y se le dan consejos al paciente sobre la limpieza tras
la evacuación, el cuidado de la herida, la importancia de los baños de asiento
y las visitas de seguimiento.
Fístula anal. El tratamiento quirúrgico consiste en
una fistulotomía (se abre la fístula y se deja que el tejido sano granule) o
fistulectomía (escisión de todo el recorrido de la fístula). Se inserta un
drenaje de gasa y se deja que la herida cicatrice por granulación. Los cuidados
son los mismos que tras una hemorroidectomía.
Comentario:
He elegido este fragmento del capítulo porque, además de
ayudarme a resolver las dudas que tenía sobre las diferencias entre absceso,
fístula y fisura, explica cuál es la intervención de la enfermera en estas
patologías, incidiendo siempre en la importancia de la educación del paciente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario