Referencia
bibliográfica:
Smith D. Cuidado postoperatorio. En: O’Brien P, Giddens J, Bucher L. Enfermería Medicoquirúrgica. Valoración y cuidados de problemas
clínicos. 6ªed. Madrid: Elsevier; 2004. p. 405-427.
Resumen:
Tras una intervención quirúrgica, es importante que la
enfermera realice una valoración del estado de salud del paciente,
identificando problemas potenciales que puedan afectar a la función respiratoria,
a la cardiovascular, a la urinaria… Las posibles intervenciones de la enfermera
en el postoperatorio son las siguientes:
Complicaciones respiratorias. Se valorará la
frecuencia, los patrones y los ruidos respiratorios. Se debe ayudar al paciente
a respirar profundamente y a toser para evitar el colapso alveolar y para mover
las secreciones respiratorias hacia las vías aéreas de mayor calibre. Se debe
cambiar la posición del paciente cada una o dos horas para permitir la
expansión completa del tórax.
Complicaciones cardiovasculares. Se valorará la
frecuencia cardíaca, el pulso, la temperatura y el color de la piel. La
enfermera debe alertar de síntomas de un ritmo de reposición hídrica muy lento
o muy rápido. Deben estimularse los ejercicios de las piernas de 10 a 12 veces
cada una o dos horas. Se recomienda deambulación.
Complicaciones urinarias. Se examinará la orina del
paciente en su cantidad y calidad. El color, la cantidad, la consistencia y el
olor de la orina deben anotarse. Se puede facilitar la micción del paciente
colocándolo normalmente (sedestación en mujeres y bipedestación en hombres). Se
pueden utilizar técnicas como dejar el agua correr, beber agua, verter agua
sobre el perineo, deambular… para favorecer la micción.
Complicaciones gastrointestinales. Se debe auscultar
el abdomen en los cuatro cuadrantes para determinar la presencia, la frecuencia
y las características de los ruidos intestinales. Si hay vómito se evaluará su
color, consistencia y cantidad. Habitualmente al paciente sometido a cirugía
abdominal no le está permitido tomar nada por boca hasta la presencia de ruidos
intestinales que indiquen el retorno del peristaltismo. Cuando el paciente está
en ayunas se le administrarán infusiones intravenosas para mantener el
equilibrio hidroeléctrico. Se puede utilizar una sonda nasogástrica para
descomprimir el estómago y prevenir las náuseas, los vómitos y la distensión abdominal. Si el paciente
tolera bien la toma por vía oral de líquidos claros, se interrumpe la infusión
intravenosa y se prosigue la dieta hasta que se tolera una dieta habitual. Es
esencial el cuidado regular de la boca cuando el paciente está en ayunas. Los
dolores por gas pueden ser aliviados mediante la deambulación y la recolocación frecuente (colocarlo sobre
el lado derecho).
Dolor. Durante las primeras 48 horas o más, se
necesitan analgésicos narcóticos para aliviar el dolor de moderado a intenso. Tras
este tiempo, los analgésicos no narcóticos, como los antiinflamatorios no
esteroideos, pueden ser suficientes para disminuir la intensidad del dolor.
Temperatura alterada. Se debe tomar la temperatura
del paciente cada cuatro horas durante las 48 horas postquirúrgicas y,
posteriormente, con menos frecuencia si no se desarrollan problemas. Si la
fiebre es superior a 39,5ºC se emplearán fármacos antipiréticos y medidas de
enfriamiento corporal.
Función psicológica. Se deben intentar prevenir los
problemas psicológicos proporcionando un apoyo adecuado: tiempo para escuchar y
hablar con el paciente, ofrecer explicaciones y una confianza verdadera y
animar la presencia y asistencia de personas significativas.
Comentario:
He elegido este capítulo porque resalta la importancia de la
enfermera en el periodo postoperatorio: cómo debe valorar las distintas
funciones corporales del paciente y actuar ante las anormalidades. Además,
incluye la función psicológica, es decir, que sigue un nivel biopsicosocial.
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