Lewis,
Heitkemper, Dirksen. Enfermería
médico-quirúrgica: valoración y cuidados de problemas clínicos.
Vol. 1. 6ª ed.. Madrid: Elsevier; 2004. p.135-145.
Describimos
el dolor como una experiencia sensorial y emocional desagradable,
individual, personal y subjetiva, asociada con un daño tisular
real o potencial. El dolor está clasificado según su duración y
origen o localización. A pesar de ser una experiencia desagradable,
lo consideramos bueno por ser un mecanismo de alerta, protección y
sobrevivencia, hasta que se haga crónico, entonces deja de ser
bueno. Al no ser un síntoma fácilmente valorable, las medidas que
se aplican para aliviarlo pueden resultar insuficientes o excesivas,
y por esto a menudo el tratamiento que se aplica no es el más
adecuado.
La
valoración enfermera del dolor tiene como objetivo descubrir la
experiencia sensorial, afectiva, conductual, cognitiva y
sociocultural del paciente, fundamentales para aplicar el tratamiento
idóneo. No es una actividad puntual, sino que debe realizarse a lo
largo de todo el proceso hasta que remita el dolor del paciente o le
resulte tolerable. Deben valorarse datos objetivos y subjetivos, por
lo que existen unos componentes clave para la valoración del dolor.
Respecto a la localización, la enfermera debe pedir al paciente que
identifique el área dolorosa, pues sus descripciones verbales pueden
ser inespecíficas; incluso facilitarle un impreso que tenga dibujado
el cuerpo humano en diferentes posiciones para que la señale. La
intensidad del dolor resulta difícil de valorar por lo que existen
las llamadas escalas de valoración que, según el paciente, pueden
ser numéricas, de descriptores verbales, de análogos visuales o de
rostros; se debe usar aquella que tenga sentido para el paciente;
también sirven como guía durante el tratamiento. Otro componente es
la calidad del dolor que comprende pedir al paciente que describa en
palabras la naturaleza del dolor, pues los adjetivos
utilizados pueden ser útiles para determinar el origen del dolor. El
tiempo incluye las percepciones del paciente sobre el inicio,
duración y frecuencia con la que aparece. Además existen factores
que modifican la percepción del dolor y, en muchas ocasiones, el
propio paciente los conoce, por lo que también se le pedirá que los
describa.
Por
otro lado, los datos objetivos ayudan en la valoración del dolor y
podrían completar la recogida. Corresponden a la respuesta que
muestra el paciente en presencia de dolor según su aspecto general,
actividad motora, respuesta fisiológica y exploración del área
dolorosa.
En
mi opinión todos los datos son necesarios y han de ser recogidos
para la correcta valoración enfermera. Una enfermera nunca debe
cuestionar el dolor de un paciente. Se debe hacer una buena
valoración porque de ello depende el tratamiento.
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